Carta a un amigo palestino
- menteslibres
- 31 jul 2014
- 4 Min. de lectura
Amos Oz. Escritor. Entre sus libros, La caja negra y Las mujeres de Yoel.
Arad, Israel
Marzo 5, 1996

Querido amigo:
Israel es nuestra patria; Palestina es la suya. Cualquiera que se niegue a vivir con estos dos hechos elementales está a merced de la ceguera o la maldad.
A dos años y medio de la firma de los Acuerdos de Oslo, aún debemos discutir los términos de paz. Debemos trabajar duro, negociar, preservar algunos derechos, ceder en algunos otros. Después de tres generaciones de hacernos la guerra, hemos resuelto comenzar a curar las heridas. Esto es a lo que Arafat se refería cuando en la ceremonia en Washington habló de “la paz del valiente”.
Yitzhak Rabin fue un hombre valiente: pagó su esfuerzo con su vida. Shimon Peres es un hombre valiente: su vida y su futuro político están en juego. Es tiempo de que Yasser Arafat demuestre que también es un hombre valiente -o de que le deje su lugar a un hombre tan valiente como él.
Hay cientos de cláusulas y subcláusulas en los Acuerdos de Oslo, pero la esencia es clara y simple: nosotros dejamos de someterlos y exterminarlos y ustedes reconocen a Israel y dejan de matarnos. Hemos cedido, ustedes no. Israel no ansía controlar las vidas del 85% de palestinos en los territorios. En cambio ustedes no han dejado de matarnos. De hecho, después de los acuerdos han muerto más israelíes a manos de palestinos que antes. La señal de su reconocimiento de Israel -la cancelación del Convenio Palestino que invocaba nuestra destrucción- se ha retrasado. Y esto, después de todo, es una parte crucial de los Acuerdos de Oslo. Si los palestinos no dejan de matar israelíes, el pacto se vendrá abajo e Israel tendrá que ignorarlo -o algo así- y defenderse mediante la fuerza.
Lo sé: la injusticia, la humillación, la miseria y las pérdidas que tu gente ha experimentado, y de las cuales ella y yo mismo somos responsables, aún no se van. Pero tampoco se han ido la injusticia y las pérdidas que sus líderes fanáticos y tibios nos han hecho padecer a nosotros los israelíes durante décadas. El propósito de la paz no consiste en borrar todos los sufrimientos del pasado sino en impedir los que podrían venir más adelante. Debemos elegir ahora: o aprendemos a vivir con los traumas del pasado, y a superarlos, o seguimos peleando para seguir engendrando más traumas.
Desde hace cincuenta años, y mientras observan desde sus sillones y se frotan las manos, los gobiernos árabes han tratado de usar al pueblo entero de Palestina como una bomba humana, enviándolo al suicidio bajo la orden de destruirnos. Sin embargo, la mayoría de los gobiernos árabes ya está en paz con nosotros, sin derramar una lágrima por su empeño. ¿Realmente el pueblo palestino se ofrecerá de nuevo como voluntario para ser una bomba viviente y se lanzará al suicidio esta vez en nombre del fundamentalismo iraní y compañía?
No amigo mío, no he olvidado el hecho de que cientos de miles de ustedes se pudren en miserables campos de refugiados. Tampoco ignoro que la autonomía palestina sea menos que la independencia de una nación. ¿Hay alguien entre ustedes que sostenga seriamente que todo podría resolverse en dos años -o que dos años bastan para curar una herida que ha sido mal atendida y que continúa infectada después de tres generaciones-? ¿Hay alguien que crea realmente que es posible recibir sin dar, o que Israel puede dar sin recibir?
Dices que Israel les ha dado muy poco. Pero es un hecho que en dos años el Israel de Rabin y de Peres ha dado y hecho más por los palestinos que lo que el mundo árabe ha dado y hecho por ellos. Cualquier cosa que los palestinos hayan obtenido no lo les fue otorgada por las armas árabes, por las superpotencias, ni siquiera por una sangrienta “Guerra Santa”, sino por una escasa mayoría de israelíes que, al final de cuentas, llegó a la conclusión de que el exterminio y la ocupación militar son algo inmoral e inútil.
Si el pueblo palestino impugna a estos israelíes estará impugnando a la vez sus propias esperanzas.
Este es pues un momento de decisión: una vacilante mayoría de israelíes aún respeta los Acuerdos de Oslo, pero a sus márgenes hay quienes ya empiezan a considerar otras opciones. Incluso nuestros hombres más piadosos no pueden soportar una situación en la que “Territorio para la paz” significa que Israel casi regale la tierra y a cambio reciba menos y menos paz. Algunos de nosotros estamos considerando unilateralmente la idea de trazar una frontera común de acuerdo a nuestros intereses, separando por completo a la población israelí de la población palestina y defendiéndonos desde el otro lado de estas nuevas fronteras. Es inconcebible que Israel viva de acuerdo a los Acuerdos de Oslo mientras ustedes nos pagan con cheques postfechados, alegando que es muy difícil romper el convenio de destrucción, luchar con Hamas, cambiar los contenidos antisemíticos de los textos escolares, acallar a sus fanáticos.
Por supuesto que es difícil para ustedes; pero, ¡ay!, es más difícil para nosotros, que vamos a la muerte cada día. “No somos tan fuertes”, dices, pero no es su fuerza la que debe ponerse a prueba. Es, en primer lugar y sobre todo, su integridad y coraje. ¿Dónde están sus manifestaciones contra la muerte y en favor de la paz? ¿Dónde está la Paz Palestina? ¿Dónde están sus intelectuales, sus hacedores de opinión pública, sus sacerdotes y poetas?
Si tú y tus amigos se quedan callados, si se contentan con susurrar condenas indiferentes por los crímenes y con ofrecer condolencias telefónicas a sus amigos israelíes, Oslo podría volverse muy pronto una oportunidad perdida. Si esto ocurre, se cumplirá la oscura visión de su ingeniero y de nuestro doctor: Goldstein y Ayyash amenazan con volver del infierno para dejarlo entre nosotros.
Ahora es su turno de levantarse y luchar por la paz.
No pierdan tiempo.
Traducción del inglés de Isaac Martínez
1996 Noviembre.
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