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CrockNICAS MARCIANAS

  • JOSELO
  • 13 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Radiohead

“Me siento agradecida. No es felicidad lo que siento, sino agradecimiento”, eso fue lo que leí en Facebook, posteado por una fan de Radiohead, con relación al nuevo disco de su banda favorita que fue lanzado el pasado domingo 8 de mayo.

Para el lunes 9 había miles de reseñas por todos lados, ¿cómo es posible que en tan poco tiempo pudieran escucharlo detenidamente y juzgarlo? No sé, son tiempos muy veloces, ¡cuidado! No nos vayamos a salir de la carretera y chocar contra una pared por exceso de velocidad.

Ya sé que a todo el mundo le gusta que Radiohead haga sus experimentos de distribución, que no use los canales normales para hacer llegar su música al escucha, pero a mí sólo se me hacen ganas de complicarse la vida. Que les digo, soy práctico. Así que no hay nada mejor que poder entrar a iTunes y comprarlo como se compra el disco de cualquier artista, interesante o no, innovador o no. Al principio y al final lo que importa son las canciones, el contenido, no cómo lo distribuyas.

Me gustó. Lo escuché por primera vez en la carretera y lo disfruté. Es un cliché decir que un disco es para manejar, pero éste me pareció que podría serlo. Tiene momentos interesantes. Se va descubriendo poco a poco, como un camino: das una vuelta y aparece otro paisaje, una vista sónica nueva.

Me sorprendió que me gustara tanto. Supongo que estaba un poco escéptico porque el anterior, The King of Limbs, lo escuché muy poco, no me apetecía hacerlo. Culpa mía, lo sé, nunca pude ponerme de acuerdo conmigo mismo si el disco me parecía bueno o malo, sólo no me daban ganas de escucharlo. Aunque cuando los vi en vivo interpretar canciones de ese disco, me gustaron más que en la grabación. Ahora tengo la impresión de que este nuevo material, A Moon Shaped Pool, lo escucharé más que otros, pero eso el tiempo lo dirá. Esta época puede ser muy veloz, como ya dije, pero un disco se sigue añejando igual que siempre: hay algunos que envejecen bien, otros no tanto.

El fenómeno Radiohead me impresiona. Escucho la música y no me cuadra con lo masivo que resultan ser. Ahora que venía escuchando el disco en el coche, cuando se terminó, puse la radio y fue impresionante el contraste. Eran dos mundos completamente distintos, cada uno en galaxias lejanas. El radio va por un lado, Radiohead va por otro.

¿Cómo juzgar entonces un disco de Radiohead? No se puede decir si está bueno o malo, si no se tiene un punto de comparación. Entonces con relación con sus discos anteriores, los fans nos están informando que varias canciones de este disco “nuevo” ya son viejas, son parte de las sesiones de otros álbumes, ya las tocaban en vivo.

Que sea así no sólo no parece molestarles a los fans, sino que también se sienten felices de poder descubrirlo, saberlo. Encontrar pistas ahí donde no se sabe si realmente las hay. Como en el video de Daydreaming, que dirgió Paul Thomas Anderson, que hay quien dice que es un recorrido visual por la historia del grupo. Cuando me lo mostró un fan, le brillaban los ojos, parecía que quería llorar.

No sólo Radiohead está lejos de lo que sucede en la radio, lo sé. La lista es inmensa, interminable. Muchos artistas viven en su universo personal. Pero la mayoría de esos grupos que nos vienen a la mente no llenan el Foro Sol dos veces. Ahora van a hacer dos fechas en el Palacio de los Deportes en la Ciudad de México. Pero los fans podrían ir tres o cuatro veces seguidas a verlos.

La calidad, la innovación. Marcan tendencia. Ésos son los elementos que hacen que los Radiohead sean tan grandes y que jalen tanta gente, me dicen mis amigos, ¿será? ¿Sólo eso? No es poca cosa.

“Me siento agradecida. No es felicidad lo que siento, sino agradecimiento”. Es el tipo de fan que a cualquier grupo o artista le gustaría tener.

Hay que trabajar para obtenerlo.


 
 
 

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